Desde el día que nuestro hijo nos cruza el cuerpo, ya nunca más volvemos a hacer la mujer de antes. Desde ese mismo instante nos convertimos en la MUJER mamá de nuestro nuevo hijo.
Comienzan nuevas miles de preguntas, dudamos de quienes somos, extrañamos el cuerpo que teníamos hacía poco y nada coincide con lo que muestran las revistas y comerciales. Y, para colmo, tuvimos la ilusión de que estaríamos bien acompañadas y que incluso repararíamos relaciones , como por ejemplo con nuestra mamá. y ¡nada! O, al contrario, surgen nuevos conflictos. No todas, obviamente siempre hay alguna que otra que se escapa a la norma. Además caemos en una especie de “reclusión domiciliaria” por 5,5 meses. Solas, porque el mundo sigue girando y nadie paró porque nosotras parimos. Otras sentimos que nada en la vida es mejor que habernos convertido en mamás y ni locas querríamos volver a trabajar, inclusos están las ingenieras que ahora quieren ser doulas y están también las que lo único que esperan de la vida es que los meses pasen volando para volver a retomar la vida laboral y social. ¿Y? La maternidad a veces duele y otras tantas veces da placer y muchas otras tantas se nos mezcla todo y nos desesperamos porque también nos pasa, como dije más arriba que ya no somos la que éramos antes. Es como una crisis de identidad.
Algunas andamos en una montaña rusa de emociones, sube y baja de llantos y alegría. Rechazamos a nuestra guagua que llora y llora y que nos cuesta tanto consolar. Esperamos con ansias que llegue nuestra pareja para pasarle la guagua y que se haga cargo para poder comer algo tranquila. Pero quiere pecho oooootraaaaa vez y una que ha estado sola todo el día ya no da más y nos largamos a llorar. Y en unos 30 minutos más nos estamos riendo y disfrutando tanto de como se tira unos chanchitos y como hace “aguuuu” mientras nos mira. Podemos pasar del amor al odio, de la felicidad a la pena, nos confundimos y a veces aparece la culpa.
Hay sensaciones, sentimientos y pensamientos que uno podría catalogar como normales, pero a veces nos quedamos pegadas y nos vamos hundiendo haciendo lo que se llama “depresión post parto” o “depresión sonriente”. No es fácil en esta sociedad reconocer que una no anda feliz por ser mamá, pero pasa. Y para algunas la cosa se pone más color de hormiga.
Al mismo tiempo, comenzamos a cuestionar la relación con nuestra propia mamá, la niña que fuimos. Nos hacemos pregunta sobre crianza y si queremos criar igual de cómo nos criaron, también miramos la sociedad donde vivimos y ya estamos pensando al tipo de colegio donde irá.
En fin, si estás con un hijo o hija menor de dos años y quieres venir a mi casa a que hablemos junto a otras mujeres que estén en la misma que tu y aprendamos sobre #maternidad y sus sombras y luces, #trabajo #apego #crianza #mujer #neurociencias te espero! Nadie nos dijo nada… no era tan fácil. Leslie Power
Psicóloga Clínica
Hola, tienes mucha razón, es muy díficil la paternidad, sobre todo con el primer hijo. La vida cambia de verdad.
Saludos Cordiales