Actos como Amamantar, portear o colechar (compartir el lecho junto a nuestro bebé) promueven y fomentan el apego seguro. Es decir, hacen que nuestro hijo se sienta protegido en el mundo y eso ocurre por una sencilla razón: si estamos cerca, podemos sintonizar mejor, ya que estamos próximas a sus necesidades y podremos responder rápido y de manera eficaz. Pero hay personas que pueden dar tres años pecho y no saber responder de manera organizada y consistente a las necesidades de sus hijos por diversos motivos. Pueden presentar ciertas patologías de la personalidad, cursar algún cuadro depresivo puerperal, estrés post traumático a un parto o cesárea complicada, están centradas en si mismas, confían ciegamente en estilos conductistas de “adiestramiento” de seres humanos, repiten estilos antiguos de crianza y disciplina, ignoran, o repiten frases estereotipadas como: “los niños no lloran”, “en la casa mando yo”, “agradece que no te pego”, “mucho apego, crea a mamón”, “muchos brazos mal cría”, etc etc puras ideas alejadas a las investigaciones en neurociencias y teoría del apego.
Un apego seguro, consiste en la confianza del bebé y del niño a que su mamá y papá responderán a su llanto, angustia, pena, preocupación, enfermedad, ayudándoles a resolver su conflicto y por tanto, aliviándolos del estrés. Obviamente nada de esto pasa en 30 minutos al día, se requiere muchísimo más tiempo en el día y día a día. El tipo de vínculo y las sensaciones neurológicas se construyen. Por eso las mamás, papás y figuras de apego somos los diseñadores, arquitectos, dibujantes del cerebro y corazón de nuestros hijos.
Un niño o un bebé se siente seguro si su cuidador principal es protector en responder rápido y de manera consistente. Es decir, que lo acuna, mece, da pecho, muda, con seguridad y no de manera rechazante, desorganizada, indiferente, depresiva y/o muy sombreada.
La salud es mucho más complejo que pertenecer a un grupo de “crianza con apego”, “crianza amorosa”, “psicología infantil”, “crianza revolucionaria”, “crianza en tribu”, “crianza libre”, “crianza natural” ya que un niño puede, como decía al comienzo, tomar pecho tres años y no sentirse escuchado o sentir que su llanto irrita o atemoriza o genera inseguridad profunda en su figura de apego o cuidador principal.
Hay millones de estilos de crianza. La cultura y la biología nos cruzan a todos.
Lo que importa es que la niña o el niño sienta que tiene derecho a llorar, vomitar, enfermarse, ensuciar, estresarse, enojarse, etc y que será atendido con amor, la mayor parte del tiempo, por al menos, al menos, una misma persona. Un niño se siente feliz si cada vez que lo pasa mal puede lograr tranquilizarse cuando su mamá, papá o cuidador principal lo alivia y le garantiza que lo ama, no sólo con palabras, si no que con hechos, como son los cariños, abrazos, upa, conversaciones, miradas. Por eso más que la leche materna (alimento natural) importa el cuerpo, la actitud y psicología de la persona que se ofrece en el abrazo al amamantar, en la respuesta a las necesidades al portear y el cuerpo cercano frente a la oscuridad de la noche.
Importa más que nuestros hijos confíen en que estaremos en las buenas y en las malas. En la risa y en el llanto, en la pataleta y en las “gracias”, en el día y en la noche, amándolos. Eso los hará sentirse seguros. Estamos para darles la mano y no la espalda. Y si sentimos que no nos está resultando, que estamos muy cansadas, solas, a oscuras, nerviosos… pidamos ayuda.
Leslie Power
Si estamos cerca, podemos sintonizar mejor, obvio.

Sólo contarles q tengo una pena enorme, perdí mi tercer embarazo de 15 semanas, tengo dos hijos una niña de 9 y un bebé de 2 años 8 meses, esyoy impactada, alcancé hasta hacerme una eco dopler y todo estaba perfecto, tengo tanta pena q siento que mi corazón explotará de tristeza, esto pasó recién de miércoles para jueves 07/08 d madrugada y aún toco mi guatita pensando en q mi hijito está, pero no es así mi guaguito ya no está se fue…