Soy una mujer afortunada. Producto de todo lo que fui, de lo que me pasó, de lo vivido; hoy puedo mirar, escuchar, abrazar y leer a miles de mujeres. ¡Tengo mucha suerte!
Una de ellas, me escribió por inbox de Facebook lo siguiente: “Se supone que la llegada de un hijo debiera ser una bendición, pero todo lo que siento está mal, está lejos de ser eso …”
Bueno, eso es lo que nos han dicho. Pero para muchas, la verdad de las verdades, es que a veces la llegada de un hijo- e incluso la noticia del embarazo- transforma todo lo que veníamos armando, en un caos.
Pero ¿por qué? porque fuimos construyendo una identidad según los deseos y discursos de nuestros padres. Y nosotras, por simple necesidad mamífera de amor, obedecimos despojándonos de la posibilidad de satisfacer lo que realmente deseábamos para nosotras. Y ahora, de grandes, acostumbradas a escuchar y hacer propios discursos de otros, creemos que las cosas deben ser como los demás nos dicen que son.
Cuando nos embarazamos, llega nuestro hijo y creemos que todo debiera ocurrir como en la publicidad de la leche de fórmula: madres flacas, de piel lisa, sonrientes, de pómulos gorditos y brillantes; nuestro hijo, gordo, precioso y muy inteligente; y la pareja perfecta, sobre una cama blanca impecable, pero ¡nada de eso es verdad! Ese es otro mandato que creemos debemos obedecer. Un mandato social que dice que la maternidad es pura, linda, suave, sonriente… una bendición.
Pero, como ya dije, la verdad de las verdades es que estamos lejos de esa imagen. En puerperio nos volvemos locas: locas de amor, de rabia, de penas, de dudas, de alegrías, de dolores, de dudas, ¡locas! Y muchas veces, locas y solas, sin madre, hermanas, ni amigas. Todas en lo mismo que nosotras, todas trabajando. Nuestra pareja, si la hay, en el mejor de los casos hace todo el esfuerzo por comprendernos, por ayudar con los otros niños y trabajar con las mismas heridas que nosotras arrastramos desde niñas… Por lo tanto, seguimos solas.
Entonces, ¿por qué la llegada de un hijo debe ser en tonos pasteles? Atiendo a mujeres hace 17 años, desde hace 40 que yo soy mujer y voy en el cuarto puerperio e insisto: la verdad es que cada vez que volvemos a ser madres, la vida se nos pone patas parra arriba. Si de niñas, ser agresivas para defendernos de los golpes de nuestros padres nos sirvió, lo más probable es que volvamos a ponernos un poco o muy agresivas.
Si tuvimos que desconectarnos del mundo para que no nos doliera la falta de cariño, miradas y presencias, durante esta etapa de la maternidad, nos costará más conectarnos con las necesidades de dependencia de nuestro recién nacido.
Si tuvimos que ser buenas niñas, obedientes y no pedir nada a nadie, lo más probable es que nos cueste mucho pedir ayuda y que sólo una depresión de aquellas, o una “buena” enfermedad, hable por nosotros. Si nadie nos dio leche, abrazos y tiempo, es probable que la lactancia sea dolorosa. Hambrientas de amor primario, es muy difícil alimentar a otro. Y así, la niña que fuimos se cuela entre medio de nuestro cuerpo, recién abierto para dar vida a nuestro hijo. Cuerpo de mujer en puerperio.
¿Esto significa que no me gusta ser mamá o que no quiero a mi hijo? No. Esto significa que así es el puerperio. Y nuestras dinámicas internas, nuestras heridas infantiles, se mezclan con las “exigencias” del sistema social en el que todos vivimos. Sistema ciego y de corazón de fierro, frente a las dinámicas de las mujeres y sus hijos.
Ustedes ya saben, la maternidad y sus momentos me revuelven el útero, el corazón y las neuronas. Justamente, porque es uno de los terrenos de la vida de las mujeres más complejos de atravesar y un fenómeno totalmente específico para cada una.
En fin… una buena publicidad, nos debiera elegir a nosotras, las mujeres de verdad, las de ojeras, a las que se nos escapa el corazón del cuerpo de tanto amor por nuestros hijos, las del dolor de cabeza de cansancio, pechos grandes y adoloridos, y vientres abultados. Nosotras, las mujeres, madres de sensaciones extrañas, las de caos interno. Así somos la mayoría de las mujeres en esta etapa. Nosotras, las niñas que fuimos, en un cuerpo nuevo de mujer y madre, muy distinto a la foto.
Leslie Power
@powerlesliecl en twitter
http://www.facebook.com/Powerleslie
gracias por este post que refleja tan bien mis sentimientos de mujer puérpera!
Bravo Leslie! acabo de compartir tu entrada porque me parece maravillosa y tan cierta!
El puerperio nos vuelve un poco locas a todas y yo creo que así debe ser 🙂
Un abrazo!
Leslie
Gracias por este Post! Es es la verdad y que bueno ponerlo sobre el tapete!
Te invito a conocer http://www.tubambu.cl donde brindamos los espacios y acoge las mujeres, sus hijos , su padres y parejas ayudándolos a vivir de mejor manera!
Gracias nuevamente lo compartiré en nuestro Facebook!
Espero puedas visitarnos en el futuro y organizar algo en conjunto .
Equipo Tu bambú
Gracias por esto..no soy mujer en puerperio soy la “niña buena”…
Muchas gracias
Muy bueno y muy cierto
Wow! me remece leer el texto, me permite mirarme y recordar sensaciones… Mi hijo tiene cuatro años y cada cierto tiempo me vuelvo a llenar de dudas, sin embrago deseo profundamente volver a ese estado de locura que nos regala el embarazo. No dejemos que los estereotipos nos sofoquen, ni creamos lo que la publicidad nos vende. Seamos libres en la exploración de la maternidad!!!
Abrazos a todas las mujeres por su fuerza, por su convicción, por sus (nuestros) temores…
Amo a mis hijos y amo el momento en que llegaron a mi vida… pero desde que nacieron que ha sido uno de los períodos más duros y cuándo más desolada me he sentido, cuándo más lágrimas con sentido han caído, cuándo más me ha dolido el corazón, cuándo más dispersa he estado que en toda mi vida… Sólo sus miradas y sonrisas, me han sacado del borde de la locura misma…
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