Iba en tercer año de pregrado cuando Marta Ocampo, luego de un taller sobre parto natural en su casa, nos dijo a todos los estudiantes que estábamos de asistente, que revisáramos la tesis de una antropóloga chilena llamada Michelle Sadler. Esa tesis, para optar al grado académico de antropóloga social del año 2003, lleva por nombre “Así me nacieron a mi hija” y constituye el primer análisis de la configuración socio-cultural del parto en Chile.
En su concepción, este trabajo afirma que “a mayor medicalización del proceso de parto, menor (o nulo) será la autoridad que la mujer y sus redes de apoyo puedan ejercer durante el proceso”. La importancia del trabajo de Michelle Sadler radica en que constituye, probablemente, el primer estudio sobre “violencia obstétrica” en Chile. Parte de esta columna se basa en el trabajo de Michelle.
En el año 1985, en la Declaración de Fortaleza, cuyas recomendaciones son aplicables a todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que: “Toda mujer tiene derecho a una atención prenatal adecuada y un papel central en todos los aspectos de dicha atención, incluyendo participación en la planificación, ejecución y evaluación de la atención. Los factores sociales, emocionales y psicológicos son fundamentales para comprender la manera de prestar una atención perinatal adecuada”.
El programa de salud de la mujer que se implementó en el año 1997 en Chile, según su propia descripción, “desea incorporar en forma gradual y progresiva las distintas dimensiones a considerar en la satisfacción global de las necesidades de la mujer a través del ciclo vital”. Este programa incorpora un enfoque de género en la atención en salud, lo que involucra atender las diferencias socio-biológicas inherentes a los sexos.
En 2001, en el documento “Transversalización de la perspectiva de género en las políticas de Reforma de la Salud en Chile”, se expone que “las políticas públicas no pueden ignorar identidades y roles culturales e históricos asignados a partir de relaciones de poder en su contexto social, económico y cultural”; y que “la perspectiva de género es parte ineludible de proceso de la formulación de políticas públicas, consideración fundamental para el logro de los propósitos de equidad, igualdad y justicia que ellas tienen”.
Finalmente, y cómo último antecedente, es importante señalar que desde el año 2006, Chile Crece Contigo busca promover un modelo de atención personalizada, siguiendo las recomendaciones de la OMS sobre atención del parto. Pese a todo lo anterior, hoy y desde hace muchos años, la violencia obstétrica en Chile está instalada.
Desde hace un tiempo, quienes buscamos cambiar la forma actual de nacer en Chile, hemos planteado un reconocimiento al modelo biomédico de atención del parto, en términos de algunos indicadores sanitarios prioritarios, como lo es la baja tasa de mortalidad materna. Tan baja que ocupa la segunda posición en toda América, sólo después de Canadá. Sin embargo, ya logrados estos objetivos sanitarios, aún no se han implementado modelos de atención más integrales de la gestación, al menos no con los resultados esperados.
Pese a todo lo descrito en párrafos anteriores, y a esfuerzos de organizaciones mundiales y del propio Estado de cambiar la forma en cómo se trabaja con el nacimiento, en Chile las tasas de cesárea siguen subiendo año a año. Y si analizamos los criterios de “violencia obstétrica” de los países vecinos que han legislado al respecto, como bien señaló una estudiante de tercer año en un trabajo hace pocas semanas, “podemos decir que el 100% de las usuarias sufre un episodio de violencia obstétrica”, afirmación que comparto casi plenamente.
En Chile en el sistema público y privado, casi la totalidad de los partos son intervenidos por igual. En los trabajos de parto los esfuerzos se concentran en intervenciones técnicas, dejando de lado el manejo espontáneo y fisiológico de un proceso que- aproximadamente en el 85% de los casos- ocurre, o al menos debiera ocurrir, de manera natural. En esas intervenciones muchas veces se configura la violencia obstétrica: otra forma de violencia de género hacia la mujer, que han intentado visibilizar hace varios años algunos colectivos y asociaciones.
En Chile no hay ninguna normativa que la defina, ni menos que la sancione. Sin embargo, países como Argentina y Venezuela han legislado al respecto y castigan a quienes la practican. Esto demuestra que en nuestro país aún tenemos una brecha importante que trabajar en cuanto a derechos de la mujer, y en humanización y personalización del proceso reproductivo, específicamente, del proceso de gestación y nacimiento.
Paula Santana en una columna de opinión de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, señala algo que comparto plenamente: “Como muchas violencias contra las mujeres, la que ocurre en establecimientos de salud en la atención de consultas sobre salud sexual y reproductiva, está naturalizada”.
En Argentina, desde el 2009, el artículo 26.485 que tiene como fin prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, define la violencia obstétrica como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales detallados en la ley 25.929, que se refiere a los derechos de padres e hijos en el nacimiento”. Esta ley promueve la participación de la mujer como persona sana y protagonista de su gestación y parto, respetando así su derecho al parto natural y a sus tiempos biológicos y fisiológicos, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por su estado de salud o el de sus hijos por nacer.
En Venezuela por su parte, la violencia obstétrica es contemplada como una forma de violencia reconocida, desde la entrada en vigencia en el año 2007 de la Ley Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, la cual tiene por objetivo: “Garantizar y promover este derecho, creando condiciones para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos, impulsando cambios en los patrones socioculturales que sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, para favorecer la construcción de una sociedad justa democrática, participativa, paritaria y protagónica”.
Esta ley sanciona específicamente a médicos y personal de salud que realicen actividades como:
- No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.
- Obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas levantadas, existiendo los medios necesarios para la realización del parto vertical.
- Obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre sin causa médica justificada, negándole la posibilidad de cargarlo o cargarla y amamantarlo o amamantarla inmediatamente al nacer.
- Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer.
- Practicar el parto por vía de cesárea, existiendo condiciones para el parto natural, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer.
En Argentina las organizaciones “Dando a luz” y “Maternidad Libertaria”, desarrollaron un test de 11 preguntas. Si la respuesta a cualquiera de ellas es SÍ, significa que la mujer fue víctima de violencia obstétrica. Aquí les dejo el test:
Mientras estabas internada en la clínica u hospital, con contracciones de trabajo de parto,
- ¿El personal de salud hacía comentarios irónicos, descalificadores o en tono de chiste acerca de tu comportamiento?
- ¿Te trataron con sobrenombres (gorda) o diminutivos (gordita-mamita-hijita) como si fueras una niña incapaz de comprender los procesos por los cuales estás atravesando?
- ¿Fuiste criticada por llorar o gritar de dolor, emoción, alegría, durante el trabajo de parto y/o el parto?
- ¿Te fue difícil o imposible preguntar o manifestar tus miedos o inquietudes, porque no te respondían o lo hacían de mala manera?
- ¿Se realizaron alguno o varios de los siguientes procedimientos médicos sin pedirte consentimiento o explicarte por qué eran necesarios? Rasurado de genitales, enema, indicación de permanecer acostada todo el tiempo, rotura artificial de bolsa, administración de medicación o goteo para “apurar” el parto, tactos vaginales reiterados y realizados por diferentes personas, compresión del abdomen en el momento de los pujos, episiotomía, cesárea y raspaje del útero sin anestesia.
- En el momento del parto, ¿te obligaron a permanecer acostada boca arriba aunque manifestaras tu incomodidad en esa posición?
- ¿Fuiste obligada a quedarte en cama impidiéndote caminar o buscar posiciones según tus necesidades?
- ¿Se te impidió estar acompañada por alguien de tu confianza?
- ¿Se te impidió el contacto inmediato con tu hija/o recién nacido antes de que se lo llevara el neonatólogo para control? (acariciarlo, tenerlo en brazos, verle el sexo, hablarle, darle el pecho, etc.)
- Después del parto, ¿sentiste que no habías estado a la altura de lo que se esperaba (que no habías “colaborado”)?
- ¿Podrías decir que la experiencia de la atención en el parto te hizo sentir vulnerable, culpable o insegura?
Es momento de generar un debate informado sobre el tema. Es hora de visibilizar una violencia que no es tema nuevo, sino que como muchos es un tema escondido bajo la mirada “normalizadora” de nuestra sociedad de hechos que nos deberían llamar un poco más la atención.
Finalmente, les comparto una campaña argentina que busca concientizar sobre los distintos tipos de violencia hacia la mujer, entre ellos la “violencia obstétrica”. ¿Cuándo comenzaremos a hablar sobre esto acá, en Chile?
Los invito a que lean una columna que hace un tiempo escribió Leslie: Un parto no respetado cuesta caro.
Que terrible,leyendo las preguntas finales recorde como fue mi primer y unico parto 🙁
Que triste que en un momento unico , tus mismas compañeras de genero se encargen de destruir, aun recuerdo como las enfermeras eran las que mas agresion sicologica ejercian, con sus comentarios sarcasticos, con su trato de poder, con falta de empatia, sensibilidad, humanidad! Lo peor es que uno esta en un momento tan vulnerable, entre la medicacion y la situacion emocional, que no logra defender sus derechos, y que triste tener que defender los derechos en un lugar en donde supuestamente esta destinadom a que se te brinden “cuidados”. Dicen que con los años ha cambiado, pero si tubiera otro hijo, no lo volveria a tener en un hospital publico, fue la peor experciencia hospitalaria, hasta cuando uno va a la ferreteria te atienden ,mejor, que lastima…
Yo tb. Cuando mi equipo médico se fue a preparar para la cesaria despues de haber estado en trabajo de parto y tratar de tenerlo vaginal. Me dejaron esperando a que estuvieran listos y llegara el anestecista que trabajaba con ellos. La gente de la clínica me hizo acostarme y casi me partí de dolor (estaba al natural porque mi parto iba a ser natural, sin anestecia). No tenía calefacción la sala, estaba mala y mi hijo nació a finales de Junio. Yo tenía frio y mi marido (al cual lo tuvieron como 15 min preparandose tb x lo que quedé sola ese rato) tuvo q pelearse con la auxiliar para que lo solucionaran. Si no, se iban a llebar a mi hijo al tiro porque se podría enfriar. Cuando mi equipo médico volvió conmigo ya todo pasó. Pero ya me habían rasurado (tironeandome mientras lo hacían) sin explicarme antes que lo iban a hacer. Sólo dijo “uy! Todavía no la han rasurado” y agarró la maquina y me peló 🙁 me sentí violada. Estaba asustada y habia una auxiliar con la cara hasta el piso que no me hablaba, ni menos miraba. Mi hijo tiene 4 meses y medio y aún me duele el pecho recordar ESA parte del parto. Donde entró la clinica Santa María y mi equipo estuvo lejos mío (era externo a la clínica).
Por 2 meses no podía hablar, escuchar o pensar en un parto sin ponerme a llorar. Por suerte sólo fue esa parte. 1 hora, pero suficiente para dejarne traumada y deprimida. El parto antes de eso, con mis contracciones a capela, en una salita oscura con mi marido solitos (la matrona venía a ratos a vernos y darnos guías) fue maravilloso. Volábamos en amor los 3. Tuve 2 partos en uno. La diferencia? Del cielo a la tierra!
“Y no te vas a comer la placenta?” Ese fue el comentario post parto del ginecólogo del equipo luego de mi parto sin medicamentos. Esas palabras resuenan en mi mente hasta hoy, nueve años después…
Bien Gonzalo! Claro y al callo como siempre.
Uffff… que lamentable leer sus relatos. Pero que bueno que puedan compartirlos para poder mostrar lo que realmente ocurre en nuestro país en la atención del parto. Un saludo afectuosos a ustedes!!
Mi primer hijo nació por parto espontáneo, natural, sin medicación, escuchando la música que llevé para la ocasión, sintiéndome la protagonista, cómoda, contenida y acogida.
Hace 12 dias nació mi segundo hijo. Con equipo y clinica diferentes al primero. Apenas ingresé, con contracciones cada tres minutos, la matrona rompió la membrana y me anestesiaron. Dejé de sentir las contracciones, no sentí mas el piso pélvico. No me permitieron caminar, ni sentarme sobre una pelota suiza. Pedí poner mi música y a cambio encendieron un televisor. Durante 6 horas estuve con goteo de ocitocina (oxitocina) y cada media hora aprox con tacto vaginal de la matrona. Este ultimo, cada vez más violento y con sacudones desde la parte superior del vientre.
Al cumplir 6 horas de “trabajo de parto” mi dilatación no había avanzado nada y el bebé subió.
Terminé agotada, sin control del parto y mi bebé bajó sus latidos.
En 15 minutos comenzó la cesárea de urgencia…Y uno se entrega, ya sin fuerzas para preguntar o discutir.
El pabellón tenía sensación de fracaso y todo el ‘parto’ me dejó gusto a trauma.
Durante los dias que estuve en la clinica no dejé de culparme por todas las desiciones diferentes que pude haber tomado.
Hoy estoy más tranquila. Sin embargo, aún me queda mucho por hacer, recuperar, perdonar y olvidar. Para mirar mi cicatriz con cariño.
la verdad nose si por cosas del destino tuve que tener a mi bebe donde mismo habia echo turnos como tec. en enfermeria un año despues y lo malo que recuerdo como estudiantr no variaba mucho como paciente o a decir verdad como paciente es peor …. en cierto modo igual ayudo conocer al personal de paramedicos para que no hicieran comentarios mientras uno escuchaba quizas a solas si los hacian … es como un castigo tener que pasar las.contraccion
la verdad no se si por cosas del destino tuve que tener a mi bebe donde mismo había echo turnos como tec. en enfermería un año después y lo malo que recuerdo como estudiante no variaba mucho como paciente o a decir verdad como paciente es peor …. es como un castigo tener que pasar las contracciones acostada con monitor y no poder adoptar una posición mas cómoda, después de pasar varias horas en trabajo de parto, con dilatación completa lista para dar a luz a mi bebe, médicos y matronas trataban de hacerlo encajar, en posición indio por mas de una hora y pujando casi que con fuerzas inexplicables no lo lográbamos, fue ahí el peor momento de todo lo que ya había vivido cuando dos médicos mas sus internos poco menos se tiraban al cachipun para ver si el bebe nacía por cesárea o forceps …. para que decir cuantos tactos diferentes me hicieron , llegue con 3 centímetros de dilatación de los que avance rápidamente a 7 – 8 imagino que por la bomba con oxitocina, debido a que había roto las membranas varias horas antes … para luego terminar por decisión de los doctores en una cesárea de urgencia … estaba tan ida debido al sueño, cansancio, y anestesia ( 1 peri y luego la raquídea ) que la cesárea, era mi peor opción… no recuerdo haber visto la carita de mi bebe al momento de nacer mas que por las fotos que saco el papá … no hubo apego inmediato ni nada por lo menos al papá lo dejaron tomar y llevar a inmediato … después de no se cuanto tiempo porque estaba totalmente perdida en tiempo y espacio lo llevaron a recuperación donde estaba y a pesar de todo lo que ya habíamos vivido, un poco traumante, creo que no hay nada mas bonito y espectacular que después de cargarlo en la panza por mas de 39 semanas y verlo al fin, cura todo … se deberían quitar de la mente de las personas el decir un parto duele, cada mujer lo vive de tan distinta manera que al final no son las contracciones ni la cesárea lo que duele … es el trato recibido las palabras de critica o de malos tratos las que se recuerdan, la poca humanización aveces que hay en la atención, porque o te atienden personas que Nunca han vivido un parto y nunca lo vivirán y no tienen empatía como también otras que ya lo han vivido y no recuerdan quizás como fue ser madre primeriza… y así como pasa en clínicas pasa en hospitales públicos por que lo que hay que cambiar es la mentalidad del trabajador de la salud y la del paciente …para poder entregar y recibir una atención de calidad …
” al final no son las contracciones ni la cesárea lo que duele … es el trato ” qué revelador ! el dolor se intensifica cuando recibes un trato deshumanizado.
Lo que las mujeres mas recuerdan son las palabras, los gestos , las expresiones, los retos, quizás más que los procedimientos dolorosos. Es común escuchar ” me retaron”, “me dijieron que pujé mal” , “me dijieron que me callara, que no gritara” etc.